No, yo no me río.
Pippa «Pips» Bunce es un ser no binario/a/e y tiene fluidez de género. Aquí están algunas imágenes de su cuenta oficial en Twitter.
Ella/él/ello/lo/la/le/se/sí/consigo (pongo todos los pronombres porque no quiero que nadie me acuse de terf) declaró que, al despertarse cada mañana, se pregunta si se siente mujer u hombre y, una vez que se ha respondido, se viste y se mueve en consonancia.
Financial Times recompensó tal proeza, incluyéndolo/la/le en la Lista de Ejecutivos Aliados LGBT Sobresalientes y en la lista de los 10 Líderes Inspiradores (no se puede negar que sea inspirador/a/e ¿a que no?). El mismo Financial Times (fan de Bunce, eso está claro) la eligió también como una de las 100 mejores mujeres de negocios. La galardonó como mujer porque la pilló en un día femenino, claro. Si hubiera sido en un día masculino, lo habría galardonado como uno de los 100 mejores hombres de negocios (¿o no?). En 2022, Bunce también recibió el premio británico a la diversidad (aunque a este premio le pongo reparos: si Bunce solo oscila entre hombre o mujer, la suya es una diversidad muy alicorta, máxime teniendo en cuenta que ya hay quien tiene censados ciento y pico géneros…).
Hasta aquí, todo maravilloso. El problema es que Bunce es director/a/e sénior de Credit Suisse, Jefe/a de Programas Estratégicos de Ingeniería Central de Mercados Globales. Y el gobierno suizo ha tenido que rescatar de la bancarrota al Crédit Suisse gastando miles de millones…
Conclusión: Bunce, como ser no binario/género fluido, resulta encomiable, digno/a/e de ser loado/a/e, incluso invitado/a/e por nuestro Ministerio de… (¿de qué?¿de qué era ese Ministerio?) a las próximas jornadas que organice a todo tren y a toda pasta.
Pero, como ejecutivo/a/e, deja mucho que desear. Creo que, si lo premian como genio/a/e de las finanzas, es por «discriminación». Discriminación similar a la que han sufrido Elisabeth Duval, Carla Antonelli, Mar Cambrollé, Elsa Ruíz, Marina Echevarría, Paul Preciado, Samantha Hudson, Daniela Requena, Jedet, Lía Thomas, Laurel Hubbard, Thomas Guest (hijo/a/e de Jamie Lee Curtis), Emma Colao y un largo etc. que, si no pertenecieran a la minoría más marginada del mundo mundial, nadie sabría ni que existían…
Y no, no me estoy mofando. No hace falta.
Además, como he repetido hasta la saciedad, no tengo nada en contra de que cada cual se sienta, se vista, se perciba como quiera.
Cosa distinta son los privilegios otorgados por ley: Ministerio propio, Gobierno rendido a sus pies, capacidad de autodefinir la identidad legal, puestos de trabajo reservados, protocolos escolares de conversión, sanciones a quienes emitan reparos, campañas de propaganda a todo tren, operaciones de cirugía estética a cuenta de la Seguridad Social, medicación por decisión propia y para toda la vida también a cuenta de la Seguridad Social, etc. etc.
O sea, el problema es la ley.
El problema son los y las menores abducidos, convertidos en enfermos de por vida y el problema son los derechos de las mujeres.
Si ser mujer es un sentimiento ¿qué sentido tiene preocuparse por las consecuencias que acarrea el sexo? Eres mujer porque te sientes así. ¿No te gusta lo que implica ser mujer? Siéntete otra cosa. No hagas caso a las feministas locas que te dicen que luches por cambiar todas las sumisiones, desigualdades, violencias que conlleva tu condición. Acabar con esas imposiciones es difícil, basta con pensar en la historia: 300 años luchando y sí, hemos avanzado, pero mira dónde seguimos. Lo mejor es dejar los roles como están, pero decretar que pueden elegirse e incluso inventarse.
Claro que el asunto no funciona igual en las dos direcciones.
Así, cuando un señor se declara mujer (verbi gratia alguno/a/e de los citados más arriba) ¿pierde sus privilegios de hombre? Por supuesto que no.
¿Van a perder Roma, Marina Echevarría, Emma Colao, Iria y demás sus privilegios de hombre por el hecho de sentirse y declararse mujeres? ¿Corren peligro de que las violen? ¿Van a tener que cuidar del abuelo y los hijos (si los tienen), limpiarán la casa, harán la compra, etc. ¿Ganarán menos?
No. Pero sí ganan glamour y, tal y como hemos dicho antes, tendrán a su disposición un Ministerio y una ley que les concede privilegios.
Sin embargo, oh sorpresa, todos/as/es hablan de los “privilegios” de las mujeres.
Cierto, hay una ley especial de violencia contra nosotras ¿por qué ese “privilegio”? Porque miles y miles de mujeres la sufren. ¿Por qué una ayuda para las emprendedoras? Porque las mujeres encuentran muchísimas más dificultades para serlo. ¿Por qué se impone paridad en las listas electorales? Porque los hombres las acaparan, aunque los datos objetivos digan que las mujeres no tenemos menos valía, sino que, por el contrario, estamos más preparadas.
Y así sucesivamente.
O sea, misoginia pura, con ropaje moderno-guay.
Por eso no me río, no me hace ninguna gracia.
Por Pilar Aguilar.
Artículo original publicado en Tribuna Feminista: https://tribunafeminista.org/2023/03/no-yo-no-me-rio/